viernes, 3 de julio de 2009

Adiós, Silvia...

Conocí a Silvia en 1992: era una de mis alumnas de cuarto año de la escuela de Monte Chingolo. No me acuerdo de ella como estudiante, pero dos años después empezó a trabajar en casa: cuidaba a mis hijos mientras yo trabajaba. Los cuidó durante unos años, excelentemente, y yo me iba confiada y segura de que mis hijos estaban en buenas manos. Los llevaba al club, retiraba a Luci del jardín y a los varones de la escuela, les hacía hacer los deberes, jugaba con ellos, los retaba si era necesario...

Años después se enamoró y se casó ahí no más, en la iglesia que está frente a la escuela, y allí fuimos con Luci y la vimos feliz...

Estuvo un par de años buscando un hijo que nunca llegaba, hasta que por fin lo logró. Y también fuimos a la clínica, y lógicamente, estaba muy feliz. Con el tiempo, ese bebé empezó a manifestar que era un niño especial, porque lamentablemente tenía un retraso madurativo. Silvia desde ese momento, superada la aungustia inicial, luchó por su hijo, por conseguir todo aquello que necesitaba y a lo que tenía derecho- pero que como todos sabemos, en nuestro país sólo se obtiene después de arduas luchas.

Hace un mes vino a casa. Le encargó a Mariano un trabajo en cerámica ("quiero ver a uno de los nenes", dijo Silvia en esa oportunidad) y estaba más feliz que nunca. Vino con su hijo, que ya tiene cinco años, orgullosa de él, y con su panza de siete meses de embarazo. Nos contó que era una nena y que su cesárea sería el 28 de julio.

Lamentablemente, no pudo ser. Silvia fue internada el domingo con mucha fiebre, el lunes pasó a terapia intensiva con neumonía y el miércoles 1° de julio, desgraciadamente, murió con su bebé.

Silvia querida: te agradecí muchas veces lo que hiciste por mis hijos, pero vuelvo a hacerlo. Ya extraño tu carcajada escandalosa e infantil, tus ojazos negros que parecían salirse de la cara cuando te enojabas, tus manos hermosas con uñas siempre larguísimas y pintadas... Gracias por tu honestidad, tu decencia, tu garra para luchar y salir adelante frente a tantas adversidades que la vida te puso en el camino... Siempre con fuerza, con empuje, con la risa a flor de labios... Qué tristeza tan grande haberte perdido , amiga mía, adiós... En momentos como este me gustaría poder creer que hay algo después de esta vida, algún lugar en el que volvamos a encontrarnos, pero vos sabés lo incrédula que soy... Tuve la suerte de encontrarte, conocerte, participar un poquitito de tu vida, te quiero mucho, te agradezco tanto.

6 comentarios:

Marcela dijo...

Que tristeza Marisa, me imagino tu dolor! y la angustia que surge ante estos hechos que cuesta entender: una persona joven, con proyectos, con una familia, con un hijito que imagino tanto la necesitará... lo importante es ahora apoyar a esa familia, verdad? a ese papá que queda solo con su hijo...
Y te queda la satisfacción de saber que formó parte de tu vida.
Saludo grandote
Marcela

TESOROS. dijo...

Hola Marisa, que enorme tristeza. Seguro que handa por alli con su hijo a cuestas,riendose a carcajadas!!
Un beso enorme!!

El rincòn de mi niñez dijo...

Que triste post y que lindo homenaje dejás a tu amiga Silvia.Un abrazo enorme

Ele dijo...

Hola Marisa!! que momento mas triste, a veces es dificil entender porque pasan ciertas cosas, dicen que por algo.. Al menos pasó por tu vida alguien maravilloso y seguramente dejó en tus hijos momentos inolvidables. Muchos besos y sin palabras. Te acompaño en este momento. Elena

Jorgelina dijo...

Que gran dolor Marisa...me imagino el vacio que dejo tu amiga.
Tu post es muy triste pero al mismo tiempo dulce por el homenaje que le realizas.
Fuerza para ese niño que dejo y una oracion para el angelito que se fue con ella.

Besos

La paciencia de la araña dijo...

Es verdad lo que dice Elena, a veces es difícil entender por qué pasan ciertas cosas. Y a veces no lo entendés nunca. Pero todas las personas que pasan por nuestras vidas nos dejan algo y lo importante es guardar ese "algo" siempre en nuestros recuerdos y, valga la redundancia, recordarlos con felicidad.
Mucha fuerza y todo el apoyo para tu familia y la de Silvia.