viernes, 6 de noviembre de 2009

lapsus

Hoy un compañero de una de las escuelas en la que trabajo me contó que lo más probable es que, por el cambio en la orientación (o como carancho se llame ahora, ¿modalidad?) de ese establecimiento, lo más probable es que vaya perdiendo sus horas y poco a poco, su trabajo.
Desde entonces pienso. Mi mente y mi alma quieren salirse de sí para pensar y sentir más rápido.
Pienso.

¿Cuántas veces en estos veinte años de docencia nos sacaron de acá y nos llevaron allá? ¿Cuántas veces terminamos en los lugares más detestados, obligados por la necesidad de sobrevivir? ¿Cuántas veces perdimos horas, y por lo tanto, sueldo? Y bueno, habrá que ajustarse los pantalones y tirar para adelante, y así siempre.

¿Cuántos profesores de Música tuvieron que enseñar Plástica, cuántos de Francés terminaron enseñando Lengua, cuántos de Geografía estudiaron Historia para dar una clase más o menos digna, cuántos de Mecanografía fueron reciclados como profesores de Informática, y así sigue y sigue y sigue...?

¿Por qué después de años de trabajo y logros REALES con los pibes, ese trabajo no vale de nada y uno queda tirado en el rincón por un cambio de plan?

¿Cuántas veces (y cuántas faltan aún) nos hicieron sentir responsables del fracaso escolar? ¿Cuántas lagrimitas salieron de nuestros ojos, cuántos nuditos nos apretaron la garganta, cuántas disfonías y contracturas, cuánto llanto en el baño y hasta en la sala de profesores?

Nunca quise hablar de educación en este espacio porque el tema me enferma. Sufro profundamente.

Hoy vi a ese joven profesor y lo comprendí como no pude comprenderme a mí misma diez años atrás, cuando por diferentes circunstancias me sentí igual que él ahora. Sólo le dije tomátelo con calma, todo va a mejorar, pero sabía que son palabras vacías y vanas cuando uno ha trabajado poniendo todo, y de golpe se mira las manos y están vacías.

Y mis propias manos, ¿cómo están?

Ya no quiero pensar. Detengámonos aquí.

Hoy, después de veinte años de docencia, quiero imaginar mi vida como sigue:

Un inmenso globo, y en el centro un YO enorme.
Alrededor, mi familia: marido, hijos, nieto, padres, hermanos, sobrinas. Mis afectos: amigas y amigos, conocidos apreciados, compañeros de trabajo, mi perrito del alma. Mi casa: las plantas, los muebles, los recuerdos, los adornos. La música, los libros, el teatro, las películas, el tejido, el bordado, el blog, los paseos, San Telmo, las vacaciones...
Y allá leeeejooos, en el borde de esa goma que encierra el aire que respiro, allí están la E.E.Media n°x , la E.S.B n°xx, y todas ellas.
¿Qué lugar ocupan? Un lugar chiquitito, distante, periférico, lejano...

Por eso digo que no puedo permitir que un espacio tan chiquitito de mi vida afecte todo mi universo. La sombra de mi perro querido tiene que ser más importante para mí y tiene que preocuparme más que una escuela.
Ojalá pueda. Ojalá algún día, compañero mío, puedas también.

2 comentarios:

Ele dijo...

Hola Querida Marisa, realmente el docente tiene una gran vocación de solidaridad, y eso lamentablemente no lo reconocemos, los que lo vemos del lado de afuera. Por eso es que a pesar de estar en un lugar tan chiquito de tu vida, te duele tanto.
Ojalá haya muchos como vos y ojalá se les diera el valor que realmente tienen y el respeto que se merecen.
Por mi parte te respeto mucho como persona, te sirve un poquito ? Espero que si. Te mando un beso enorme. Elena

Leti dijo...

Hola Marisa..hoy dia si que te pusiste filosofica. Laq labor del docente es dura e incomprendida tanto por las autoridades educacionales como de los mismos padres. De repente como que no hay apoyo por ni ngun lado y te sientes sola y mas encima esa incertidumbre..tendre trabajo manana?..eso no es justo. Pero tu que ya has superado esa etapas lo ves mas alla..hay seres que valen mucho mas que estarse preocupando sobre esto.
Ojala tu companero supere estas dificulades como tu lo hiciste.
Un gran abrazo