Esta madrugada, como muchas otras, me desvelé.. Harta de estar dando vueltas en la cama, me levanté y empecé a revisitar, después de años de no volver a practicar, algunas páginas de origami.
Y en una vi algo que me entusiasmó.
Claro, ya no tengo ni siquiera papeles lindos guardados; todos lo di o los usé para regalos. Pero por suerte, para despuntar este vicio cualquier papel es bueno, así que junté lo que encontré a mano e hice...
...¡ un ejército de dinosaurios para jugar con Joaquín!
¿Cuánto durarán? ¿Cinco minutos,... diez? ¡No importa, vale la pena!. Los dinos lo esperan alineados para la batalla:
Me parecen lindos. Si unimos las aletas que sirven de cuello, cierran la boca; si las separamos, la abren:
Bolsita transaparente, moñito... ¡y listo, regalito de la abuela!
En realidad, lo lindo no son los dinosaurios, sino la posibilidad de que juguemos juntos, ¿no?
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