viernes, 19 de noviembre de 2010

feria


Sé que no actualizo mi blog como debería, pero últimamente estoy "hasta el cuello" con mis actividades, y no tengo tiempo para casi nada... Lo que sucede es que, por primera vez en mi vida, voy a participar... ¡en una feria artesanal!

¡Sí, allí estaré! Sola, jamás me habría atrevido; pero como vamos a compartir el stand con mi nuera Daiana, eso me animó.
Así que estoy dele que dele, en el poco tiempo que me queda fuera de la actividad de la escuela. Por suerte, en realidad trabajé durante todo el año, y estuve guardando todo: piedras tejidas, pajaritos, prendedores, etc. etc.
Por eso, en cuanto pueda y termine todo... ¡muestro fotos, lo prometo!

jueves, 18 de noviembre de 2010

sillita


Ayer compré una sillita de fibrofácil para Joaquín, en la librería artística. Ya tenía una base de pintura, aunque bastante así no más, pero costaba... ¡¡quince pesos!!
Así que con Luci pusimos manos a la obra, y... ¡aquí el resultado!


Ella le pintó la cara del respaldo, y yo le tejí la funda para el asiento.


¡A gordini le encantó!




domingo, 7 de noviembre de 2010

día histórico


07 / 11 / 2.010:

¡Joaquín me llamó ABUELA! (Bueno, algo parecido...)

martes, 2 de noviembre de 2010

Doña Sara


De mi abuela heredé un mueble viejo, de campo, macizo, que acompañó toda mi infancia y del que nunca me animé a desprenderme. Estaba en el comedor de su casa, y luego en mi cocina; allí guardaba yo productos de limpieza y otros trastos de esos que no sabemos dónde poner.
Durante la reforma de la cocina, el mueble (ya destartalado y roto por varios frentes) pasó al patio, único lugar disponible, medianamente resguardado. Cuando los albañiles terminaron su trabajo y llevaron los escombros a la calle, me preguntaron si quería que sacase a la calle también ese mueble viejo.
No, de ninguna manera. Yo quería arreglarlo. (En mi mente la pregunta era: ¿cómo?)
Pasó el tiempo. El mueble seguía allí, ya la situación no podía durar mucho. Era invierno, hacía mucho frío y una tarde Gustavet y yo conversábamos al lado de la salamandra encendida:

-Al final, ese mueble de tu abuela va a servir para que nos calefaccionemos estos días...
-No, porque yo lo voy a hacer arreglar. En cuanto tenga un poco de tiempo...
-Va a ser difícil: el cajón del mueble ya está ardiendo en la salamandra...

¡¡Aaayyy!!

Obviamente, peleas, discusiones y reproches instantáneos siguieron a esta conversación. Sé que parecerá exagerado, pero sentía como si algo se hubiera muerto dentro de mí, como si hubiera perdido a mi abuela, mi niñez, mi inocencia, todo se esfumaba irremediablemente y de golpe. Me sentí desamparada y sola, lloré como hacía mucho tiempo no lloraba, como una niña...
Mi hija estaba presente y me abrazó con amor. ¡Gracias, Lucía!

Al día siguiente, cuando volví de trabajar estaba Javier, quien me contó que él mismo iba a arreglar ese mueble para mí, que lo iba a recuperar. Mis hijos habían hablado y se habían puesto de acuerdo, y me hicieron un regalo que no podría haber sido mejor.

Claro, el mueble ya no tenía el cajón del medio. ¿Cómo arreglaríamos ese detalle? Entonces se me ocurrió una idea, y aquí está el resultado:


¡Sí, una chapa fileteada! ¿No es hermoso?


Por ahora, está puesta de manera provisoria. Hoy Luci trajo la chapa lista y no aguanté la ansiedad y la apliqué con unas chinches para ver cómo quedaba. Todos colaboraron: Javier reparó el mueble : un trabajo muy arduo. Lucía buscó y encontró al fileteador, y le encargó el trabajo.
Otro personaje milagroso, este fileteador de 79 años... ¡que no nos quería cobrar! ¿Argentina 2010, es un sueño? Ya ven ustedes, hay todavía gente increíble en nuestro país: un hombre que no conocíamos, que hizo un trabajo increíble y que, abrazado a la chapa, hoy le decía a Lucía ante el billete extendido: " ¡Si me das ese billete, no te doy la chapa, no te la llevás!"


Mi papá, el señor herrero, preparó la chapa. Y Gustavo se anima a decir que todo fue gracias a él, que quemó el cajón (¡ sin palabras, ggrrrr...!)


Yo elegí la frase.
Porque doña Sara era mi abuela, y este era su mueble. Pero yo heredé su nombre y su mueble, y tantas cosas de ella, y también soy doña Sara, y este es mi mueble. Y también ahora soy abuela, y ojalá sea para mi nieto tan importante como ella es para mí.

Hoy soy feliz, pero también estoy profundamente triste, ¿será posible?

¡Ah! ¿Y qué diría mi abuela Sara si viera esto?


¡Me deshereda, ja ja ja ja!